Quinto Elemento

María Elena Walsh: Como la cigarra


01 de febrero de 2019

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por Gustavo Grosso
 
Con ella, y por ella, se sabe todo el poder que tienen la palabra, y las imágenes. Se le ocurrió un día que la patria de las tortugas está en Pehuajó y desde entonces casi cada uno de esos bichos lentos pero seguros se llama Manuelita ¿cómo sino podría llamarse una tortuga?; por ella las canciones no son sólo para escuchar: hay que mirarlas. Y así, nadie baila con los pies, un ladrón es vigilante y otro es juez (uhh, que no se sepa), y los gatos hablan en inglés. Un caserón grande, de esos con patio y gallinero al fondo, rosales, gatos, limoneros y naranjos, en Ramos Mejía, fue la primera patria de María Elena, donde a la hora de la siesta la cita era con Los Tres Mosqueteros, Robinson Crusoe y La Cabaña de Tío Tom. Allí, comenzó la historia. Porque sin tener todavía 17, escribió su primer libro: Otoño Imperdonable, poemas que merecieron el segundo premio Municipal de Poesía. Ya antes, en 1945, había publicado sus primeros versos en la legendaria revista El Hogar y en el suplemento literario de La Nación.
Un día, como Manuelita, se fue a Europa y vivió varios años en París. Esa fue su patria por entonces, donde junto a Leda Valladares se encargó de hacer que el folklore argentino tengo su lugarcito en el viejo mundo, al amparo de premios y de aplausos. Imágenes, olores, sensaciones, historias exageradas, brujas buenas y ositos en un bazar. Todo tiene su lugar en tantos libros, guiones de teve, obras de teatro, canciones para niños y no tan niños ¿Quién no se dio alguna vez una vueltita por ese mundo de fantasías? Por todo, y a pesar de todo, su obra trascendió generaciones, ando reparo a corazones desarraigados, sembrando al mundo con guitarras, viviendo en cada uno. 
A María Elena casi que le sobra el apellido. Se ganó ese registro que muy pocos alcanzan: el nombre lo dice todo. María Elena fue juglar y cantora, denunció con sutileza cuestiones sociales, fue rebelde, se opuso a los jerarcas de turno, amo la naturaleza, y enfrentó desde las letras todo aquella que le sonaba mal.
Entre una pila de libros, publicó “El reino del revés”, "Cuentos de Gulubú", “Hecho a mano” y “Juguemos en el mundo”, escribió guiones para televisión y es la autora “Tutú Maramba”, "Canciones para mirar", “Zoo Loco”, “Dailan Kifki” y “Novios de Antaño”.
 María Elena cantó de cara al sol, de cara a la vida, con un nudo en el pañuelo. Muchas veces intentaron que se calle, pero muchas veces volvió. Un día de no hace mucho se marchó, pero sigue estando ahí, resucitando en canciones, en forma de jacarandá, en un brujito que vino desde gulubú, en una vaca que insiste con terminar la escuela, en un mundo que anda al revés, en un oso que se llama Osías.
También asistió el arzobispo de Mercedes Luján, Agustín Radrizzani, quien le regaló una imagen de Jesús Misericordioso, que la Presidenta agradeció en su discurso, tras recordar que la primera licitación que firmó Kirchner, al asumir la presidencia, fue la restauración de la basílica de Luján.

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