Isabel Sarli ¿Qué pretende usted de mí?
25 de junio de 2019

¿Qué pretendían todos de ella? Que se deslizara por al agua dejando asomar sus pechos para toda la pantalla grande, en un viaje de ida para la fantasía de millones, muchos de los cuales habían fraguado una libreta de enrolamiento para estar en el cine sin tener todavía los 18 cumplidos. Fue la primera mujer en mostrarse de frente y sin nada pero nada de ropa en el cine argentino; nació como la patria, un 9 de julio, pero de 1935 en Concordia, Entre Ríos con el nombre de Hilda Isabel Gorriendo y hasta ella la palabra despampanante no existía. AC (antes de la Coca Sarli) Fuego, Lujuria tropical, Días calientes, Fiebre, La diosa virgen, eran un sueño. DC (después de la Coca Sarli), son un recuerdo.
El mito con escote fue elegida Miss Argentina a los 25 y más o menos por entonces conoció a su Armando Bo quien probablemente haya escrito los guiones de madrugada y con sueño: cuando la estrella pechugona era violada por uno, dos, tres, cuatro malevos y, al ver aparecer al quinto, ella, sudorosa, semidesnuda y despeinada, le preguntaba, horrorizada: Pero… ¿qué quiere usted de mí?
Algunas de las escenas tienen tantas repeticiones como el gol del Chango Cárdenas: en la ducha, tirada en el pastito, pretendida por un grupo de obreros recluidos desde hace catorce meses. Filmó 28 películas y dejó la ropa a un costado casi todas las veces. En los años 60, la revista Playboy en su edición yanqui le dedicó cuatro páginas, algo inédito hasta entonces para una figura no europea ni estadounidense: “La bella salvaje de las pampas” se titulaba la producción fotográfica en la que la Coca aparecía con el vestido desgarrado de Sabaleros.
Las críticas de los que escribían de cine eran demoledoras, y para los dueños de las tijeras “atentaban contra la moral y las buenas costumbres”: las mentes de los censores eran muy pequeñas y el escote de la Coca muy grande. “Muchas escenas las teníamos que filmar dos veces –contó Isabel–. En Fiebre, por ejemplo, yo me tenía que tirar desnuda y revolcar en la alfalfa. Armando me decía: ‘Coca, vos ahora te sentís yegua. ¡Sos una yegua! ¡Tenés que comer alfalfa., vamos, comé alfalfa! ¡Las yeguas comen alfalfa!’”. Lo relató ella. Y agregó que esa era la versión que hacían para el extranjero. Y para las versiones de acá, Isabel se retorcía entre gasas blancas. Fue (¿injustamente’) prohibida por La Insaciable y eso la llevó a iniciar una huelga de hambre en un banco de la Plaza de Mayo, lo que armó flor de revuelo. Fue, es y será. Hasta que vivió en su casa de Martínez con decenas de tortugas, papagayos, perros y gatos, compartió su vida con Armando Bo en una relación de 25 años que era un secreto a voces nunca oficializado. El director vivía con su esposa e hijos, uno de ellos Víctor, quien en varios filmes se disputaban el amor de la misma mujer, disparando una fantasía que rayaba con el pecado.
La Coca recuerda que nunca fue a bailar, que no tuvo novios durante la adolescencia, que no permitía que los actores le dieran besos en la boca, que aceptó quedarse sin ropa porque lo único que le interesaba era hacer plata, que odia a su papá porque la abandonó, que se casó antes de los 20 y fue un fracaso, aunque de eso prefiere no hablar.
Hace poco, por decreto presidencial, fue nombrada "Embajadora de la Cultura Popular Argentina, porque “resulta una figura insoslayable, a la hora de ensalzar los valores éticos y culturales, al representar la síntesis de la imagen que la República Argentina desea proyectar al mundo". Vaya alguien a saber si todo es tan así, pero suena lindo.