A 128 años del nacimiento de Carlos Gardel, la sonrisa es eterna
11 de diciembre de 2018

Gustavo Grosso
Y un día, por decreto y porque sí, el mundo de achicó muy grandemente y los diarios escribieron triste, el mundo de hizo un pañuelito, un lágrima y un silencio. Y a su Buenos Aires querido ya no lo volvió a ver y nada fue como era entonces. La calle Corrientes fue un descolado mueble viejo y en la cortada más maleva una canción quedó sola, fané y descangallada.
El farolito de la calle en que nací fue el centinela de mis promesas de amor / Bajo su quieta lucesita yo la vi a mi pebeta luminosa como un sol / Mi Buenos Aires querido cuando yo te vuelva a ver no habrá mas penas... ni olvidos.
Y desde entonces, desde el día del avión, el hombre cada día canta más y mejor y la sonrisa desde el cuadro ilumina a los tangueros, y un día está más gordo y hoy nada de fotos y la Paramount lo anda buscando para ofrecerle una estrella en Hollywood. Pero no: Carlitos se impacienta no vaya a ser que lo descubran sin la gomina y te acordás hermano que siglo lleno de hastío sin Carlitos.
Adiós muchachos ya me voy y me resigno, contra el destino nadie la talla. Se terminaron para mi todas la farras, mi cuerpo enfermo no resiste mas.
Cantor de los tristes, de los poetas, de los locos sueltos, del andar esbelto la sonrisa siempre. Lo peor fue después de aquella noche triste los que quedaron para contarla, esperar en vano a que vuelva el perfume de las buenas cosas. Qué tanguero no sueña con encontrarlo una noche en una esquina cualquiera y despertar en el cielo sin dietas ni sistemas que se caigan y una fiesta de vinos y de amores a quien le importa si era de aquí, de allá o de todas tardes y para qué y entonces arma un pequeño Larousse sólo ilustrado con esa sonrisa ancha que invitaba a parar la oreja y saber que nadia cantaba igual como ninguno que Gardel era Gardel.
Si arrastre por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. Bajo el ala del sombrero cuantas veces embozada una lagrima asomada yo no pude contener si cruce por los caminos como un paria que el destino se empeño en deshacer si fui flojo, si fui ciego, solo quiero que comprendas el dolor que representa el coraje de querer.
Que nadie se despierte que nadie cambie el disco que suene Carlitos eterno en los aparatos a púa que hoy es siempre todavía y todo fue una gran mentira, un rumor manifiesto, un título anónimo de algún despechado. Que hoy Carlitos sale a escena en el Abasto a esa hora en que el atardecer se funde con el cielo.